Traducción de Francesca Quintero Bello
Nos dirigimos a un Dunkin’ en el Lamborghini morado de Shakira. Es una tarde seca y sin viento en Miami, y acabamos de salir de las oficinas de Sony Music, donde Shakira atendió un montón de llamadas y reuniones. Ahora le queda algo de tiempo libre antes de tener que recoger a sus hijos del colegio, así que vamos en el Lambo, sin duda el carro más llamativo que Shakira ha tenido en su vida: “No tiene nada de sutil o chic”, comenta contenta. El interior está decorado de un verde neón brillante porque es el color que le gustaba a uno de sus hijos. Si va a hacer recados con ellos, utiliza su modesto Toyota Sienna; pero a menudo se desplaza en este espectáculo de vehículo, corriendo por las calles como hace ahora, con su guardia de seguridad intentando seguirle el ritmo en otro carro detrás.
Nadie recuerda de quién fue la idea de pasar por un Dunkin’, pero Shakira quería ir y conoce el camino. Cuando llegamos, sale del coche y entra, con su larga melena rubia cayéndole por los hombros y unos enormes lentes Versace cubriéndole el rostro.
Cuando se dirige al mostrador, se oye un murmuro y algunos clientes se giran: ¿era posible que Shakira, la pionera colombiana de la danza del vientre y que le dio su voz inconfundible, y a menudo imitada, a algunos de los temas más queridos del pop, acabara de entrar en este Dunkin’ en particular? ¿Podría ser realmente la Shakira que apareció en casi todos los hogares estadounidenses como jueza en The Voice, como artista del medio tiempo del Super Bowl de 2020 y como ganadora del Video Vanguard Award en los VMA de 2023? ¿Está todo el mundo cantando “Shakira, Shakira” en sus cabezas en este momento?
Algunas personas la reconocieron y lo confirmaron: sí, claro, es Shakira, la superestrella e icono global, considerada por muchos la artista latina de más éxito de todos los tiempos, con 95 millones de discos vendidos en sus tres décadas de carrera, que se dispone a pedir tres donas de chocolate y un café extra caliente. La mayor parte de los comensales en Dunkin’ la admira desde lejos, con la boca ligeramente abierta, demasiado nerviosos para acercarse a saludarla.
Pero entonces, un valiente da paso al frente. Cuando Shakira está terminando su pedido, se le acerca un fisicoculturista veinteañero de ojos verdes que parece capaz de arrancar troncos de árboles con sus propias manos. El tipo no la saluda, sino que empieza a hablarle, diciéndole que trabaja en un restaurante que ella visitó hace poco. Al principio, Shakira se limita a sonreír levemente, escondida detrás de sus lentes de sol. Pero entonces él menciona a algunos dueños de restaurantes y un destello de reconocimiento aparece en su rostro. Cerca de ella, la novia del chico, que parece una influencer, levanta la vista de su teléfono y observa la interacción.
Mr. Músculo se ofrece a pagar el pedido de Shakira, pero ella se niega cortésmente. Finalmente, se inclina hacia ella y se atreve: “Mira, mi número”, le dice, acercándole el teléfono a las manos. Shakira esboza una sonrisa y hace un gesto a su compañera creativa y coreógrafa Maite Marcos, que está cerca, y le pide que anote el número de teléfono por ella.
El chico no se desanima: “La próxima vez, lo que necesites, yo te ayudo. Envíame un mensaje y seguiremos en contacto”, le dice con confianza. La novia influencer entrecierra los ojos mientras el chico se acerca tímidamente a ella. Mientras se van, incluso el guardia de seguridad de la artista se ríe, señalando lo molesta que parecía la novia.
Shakira también está bastante divertida con todo el asunto. “Aún luzco bien”, dice sonriendo.
Y, en este momento, con una dona de chocolate en la mano y los clientes de Dunkin’ todavía boquiabiertos, está claro que está en su mejor momento. En esta etapa de su vida hace exactamente lo que le apetece, se mueve con una ligereza y una paz que se perciben casi de inmediato, incluso cuando te la encuentras en una cadena de comida. En estos días, afirma, se siente más segura e inquebrantable que nunca.
Y, sin embargo, si te hubieras topado con ella hace dos años, la habrías encontrado en su peor momento, un periodo tan malo que casi destroza a un icono cuya tenacidad y longevidad la han hecho parecer indestructible. Acababa de ser golpeada por una ola de desamor y pérdida, el dolor más intenso que ha experimentado jamás. “El sufrimiento que sentí fue probablemente el peor que he experimentado en toda mi vida, y a veces me impedía funcionar”, confiesa. “Sentía como si alguien me hubiera hecho un agujero en el pecho. Y la sensación era tan real, era casi física. Sentía físicamente que tenía un agujero en el pecho y que la gente podía ver a través de mí”.
A principios de 2022, comenzó a correr el rumor de que Shakira había puesto fin a su relación de 11 años con el futbolista español Gerard Piqué, padre de sus dos hijos y a quien conoció en el set del video de su himno del Mundial de Fútbol de 2010, ‘Waka Waka’. En junio anunciaron su ruptura y la prensa sensacionalista estalló en rumores de que Piqué la había engañado con una joven de 23 años con la que había empezado a salir poco después de su ruptura. Pronto, los paparazzi invadieron la casa de Shakira y el colegio de sus hijos en Barcelona, convirtiendo una dolorosa separación familiar en todo un circo mediático.
Por aquel entonces, su padre de 90 años —y mejor amigo— voló desde Colombia para ver cómo estaba y sufrió una terrible caída. En un punto, los médicos le dijeron a la artista que era probable que su padre falleciera; afortunadamente, salió adelante y se está recuperando después de seis operaciones. Al mismo tiempo, un complicado caso legal, que se abrió en 2018 cuando los fiscales españoles acusaron a Shakira de evadir aproximadamente 14.5 millones de euros en impuestos, llegó a la prensa. Por meses, la posibilidad de un juicio se cernió sobre ella (en noviembre pasado se resolvió el caso y acordó pagar una multa de 7.3 millones de euros, junto con un pago de 432 000 euros para evitar una pena de prisión). En un comunicado, dijo que había tomado la decisión “pensando en lo mejor para mis hijos, que no quieren ver a su madre sacrificar su bienestar personal en esta lucha”).
“Cuando llueve, diluvia”, dice ahora, pensando en ese período desgarrador. “Fue una locura la cantidad de cosas con las que tuve que lidiar al mismo tiempo”.
A pesar de lo mala que fue esa época, de todo el dolor y la agonía, hubo indicios de que Shakira no se iba a derrumbar. Will.i.am, un amigo íntimo desde 2005, cuenta que a principios de 2022 tenían previsto rodar en Barcelona el video de ‘Don’t You Worry’, la colaboración de Shakira con Black Eyed Peas y David Guetta. Justo antes del rodaje, que iba a ser en exteriores, la colombiana le llamó y le pidió que lo trasladaran al interior. No dijo por qué, solo recalcó que no quería estar al aire libre. Will.i.am la apoyó de inmediato: “Cuando dije que tendríamos que trasladarlo todo al interior con una pantalla verde, todo el mundo me dijo: ‘¿Pantalla verde? Pero si estamos preparados para exteriores’. Y yo dije: ‘Me da igual lo que digan’”.
Cuando por fin se rodó, Shakira, dice Will.i.am, se presentó con la energía “al trillón por ciento”, dándolo todo. “Hasta el último día del rodaje me contó lo que estaba pasando con su ex”. Ella le dijo que si hubieran grabado el video en el exterior, los paparazzi podrían haber complicado todo. “Le dije: ‘Eres única’”, cuenta el músico. “Algunas personas habrían encontrado cualquier excusa para no trabajar. Pero ella salió adelante, con el espíritu y la energía por el cielo”.
Después de eso, se aseguró de que estuviera bien. “Es una superhumana, pero incluso los superhumanos necesitan que les digan: ‘Oye, ¿cómo estás? ¿Va todo bien? ”; Will.i.am suele enviarle mensajes y notas de voz con oraciones. “Pasó por muchas cosas, una crisis tras otra. Bum, bum, bum”.
Otros artistas también la apoyaron. Shakira dice que John Mayer y Adele la llamaron, y tuvo el apoyo de amigos de toda la vida como Carlos Vives y Juan Luis Guerra, sobre todo después del accidente de su padre. Chris Martin, de Coldplay, a quien conoce desde hace una década, le enviaba mensajes con frecuencia. En una ocasión, le envió una foto de un jarrón roto pegado con oro: “Kintsugi: vas a ser mucho más fuerte cuando esto acabe”, le dijo, refiriéndose a un antiguo estilo de arte japonés en el que se inspira a menudo. “Esa es la metáfora”, explica Martin. “Que te rompes y luego te arreglan con oro, y eres más hermosa de lo que eras antes. Para cualquiera que esté pasando por un mal momento, yo incluido a veces, eso es algo muy poderoso de lo que aferrarse”.
Pero aún quedaba mucho dolor por superar, y Shakira empezó a desahogarlo todo en su música. De repente, las canciones empezaron a brillar en la oscuridad. “Sentí la necesidad de expresarme a través de mi arte, mis visiones, mi música, transfiriendo todo ese dolor, todas esas emociones agudas a un espacio fuera de mí”, explica. La música pintaba un cuadro bastante claro: la primera pista de que su vida amorosa estaba en crisis llegó en abril de 2022, cuando lanzó ‘Te felicito’, una despedida electropop a un ex infiel, que contó con la colaboración del cantante puertorriqueño Rauw Alejandro y encabezó la lista Latin Airplay de Billboard. Luego, en octubre, recurrió a la estrella del reggaetón Ozuna para ‘Monotonía’, una balada de bachata que llora una relación fallida.
En el video, Shakira está en una tienda cuando una expareja le dispara directamente en el pecho. Se pasa el resto del videoclip caminando con un agujero abierto, persiguiendo un corazón sangrante por el suelo. Se ríe entre dientes cuando recuerda haber visto las imágenes con su equipo. “Levantaron las manos, hicieron sonar las alarmas e intentaron detenerme: ‘Piénsatelo un poco. ¿Por qué vas a exponerte así? Es demasiado sangriento’”. ”Pero ella insiste en que era lo que necesitaba decir en ese momento. “Eran imágenes duras, ¿no? Pero eran genuinas, así me sentía”.
Sin embargo, nada fue tan salvajemente liberador como ‘Bzrp Music Sessions, Vol. 53’, la implacable e inesperada sesión que hizo con el productor argentino Bizarrap. En ella, Shakira aterriza línea tras línea sobre el alcance de la traición que sufrió. Arremete contra un ex por su engaño, bromea diciéndole que debería ejercitar su cerebro en lugar de pasar tiempo en el gimnasio y le dice que está cambiando “un Rolex por un Casio”. Incluso incluye algún doble sentido, jugando con el nombre de Piqué y el de su novia. La canción sorprendió a muchos fans, y ella no se arrepiente de nada.
“No saben el alivio que sentí. Fue como…”, hace una pausa y suelta una gran bocanada de aire, “Alivio. Y también recuerdo a mi mánager de entonces diciéndome: ‘Por favor, cambia la letra’. Por supuesto, solo intentaba calcular las posibles contingencias y riesgos, pero le dije: ‘Soy una artista. Soy una mujer. Y soy una loba herida. Y nadie debería decirme cómo lamerme las heridas’”.
Incluso a ella le sorprendió lo gigantesca que llegó a ser ‘Bzrp Music Sessions, Vol. 53’. “Empecé a ver que mis fans realmente me apoyaban”, reflexiona. Puede que su energía cruda o la sangre derramada enervara a las masas de todo el mundo y disparara la canción hasta el Número Uno de la lista Global 200 de Spotify, acumulando tres millones de streams en el proceso. “Estamos en una sociedad acostumbrada a ver a las mujeres enfrentarse al dolor de forma sumisa, y creo que eso ha cambiado”, afirma Shakira. Hizo especial mención de que la canción estuvo en las listas de éxitos al mismo tiempo que ‘Flowers’, de Miley Cyrus, un himno al amor propio y a la independencia tras una ruptura: “Las dos pensábamos lo mismo, y la reacción fue similar”.
La sesión con Bizarrap ganó el premio a la Canción del Año y a la Mejor Canción Pop en los Grammy Latinos 2023, y se convirtió en la piedra angular de su álbum Las mujeres ya no lloran, que publicó en marzo. El disco, su primero en siete años, alcanzó el Número Uno de las listas latinas de Billboard y sigue en lo más alto. La gente aclamó este capítulo de su carrera como un regreso, una vuelta a casa, un retorno victorioso. Y el impulso no se ha detenido: ahora, la artista se prepara para una gira que arrancará en noviembre y recorrerá los escenarios de Norteamérica antes de llegar al resto del mundo. Es su primera desde 2018. “Creo que esta será la gira más grande de mi carrera hasta el momento, la más extensa, con más alcance. También va a ser la más larga”, afirma, señalando que sus conciertos suelen durar 90 minutos, y que este durará algo más de dos horas.
Para Will.i.am, el último acto de Shakira es particularmente impresionante desde el punto de vista del pop que nunca deja de evolucionar. “Una cosa es decir: ‘Sí, llevo aquí un rato’ y que no estés en el Top 40 o que seas un acto de legado”, comenta. La barranquillera se mueve de otra manera: “Está compitiendo. No se limita a mostrar su legado. Es como decir: ‘Estoy aquí golpeando duro, encestando, superándome a mí misma y a los nuevos artistas’”. Martin señala que Shakira es de esa clase inusual de artista que ha sido una megaestrella toda su carrera: “Siempre la he visto triunfar. De mi panteón de grandes personas, ella nunca ha salido”.
Pero el verdadero triunfo para Shakira no consiste tanto en encabezar listas de éxitos o vencer a la competencia, como en algo más profundamente humano: encontrar la entereza interior que te permite seguir adelante, incluso cuando parece inconcebiblemente difícil. Y es que no solo floreció como artista, sino que descubrió una nueva versión de sí misma, hazaña especialmente impresionante en una industria que constantemente les dice a las mujeres que sus mejores años quedaron atrás. “Al encontrar esta libertad, también me encontré a mí misma”, expresa. “Este ha sido un viaje de vuelta a mí misma, y el camino fue a través de mi música. Estoy en un momento en el que ya pasó lo peor, y este proceso despertó en mí un nuevo sentido de autonomía e independencia”.
Conocí a Shakira en el estudio donde grabó parte de Las mujeres ya no lloran. Cuando la veo, está atendiendo unas llamadas antes de que nos sentemos a hablar, hablando en español a una velocidad vertiginosa y discutiendo lo que parecen ser negocios serios… hasta que oigo la palabra “taekwondo”.
Resulta que está planeando la tarde para sus hijos, Milan, de 11 años, y Sasha, de 9. Están terminando las actividades extraescolares y luego se dirigen al estudio para grabar un álbum infantil organizado por la escuela de música a la que asisten. Sasha cantará y Milan tocará la batería. Shakira inscribió a Milan en las clases después de que su amiga Penélope Cruz le enviara un video de su propio hijo, al que Shakira calificó como un talentoso percusionista. “Me dije: ‘¡Tengo que llevar a Milan a clases!’”. Poco después, compartió un video de su hijo en la batería con Alejandro Sanz, otro amigo íntimo y colaborador de éxitos como ‘La tortura’ y ‘Te lo agradezco, pero no”. “¡Luego él también inscribió a su hijo en clases!”, cuenta.
Shakira y sus hijos viven en Miami desde hace más o menos un año. Tiene hermanos y familiares en la ciudad, y es mucho más fácil grabar aquí que en España. “El estar en Barcelona fue un gran sacrificio para mí y para mi carrera”, admite. “Era difícil mantener esa continuidad. Era complicadísimo llevar gente a Barcelona. Cada vez que quería hacer una sesión, tenía que planificarla con meses de antelación”.
La artista había imaginado una especie de intercambio, en el que pondría su carrera en pausa durante unos años y apoyaría los compromisos futbolísticos de su pareja. “El plan siempre fue que, cuando mi ex se retirara del fútbol profesional, nos iríamos a vivir a Estados Unidos y terminaríamos de criar a nuestros hijos allá, por todo el sacrificio que yo había hecho todos esos años acompañándole a jugar. La idea era venir aquí, pero ese momento coincidió justo con la separación”.
Se interrumpe por un segundo, y agrega: “Al final, los planes sí se vuelven realidad, solo que en diferentes maneras”.
Me dice que una mudanza intercontinental es demasiado estresante, sobre todo porque le preocupaba si sus hijos se adaptarían. “Nunca olvidaré lo nerviosa que estaba el primer día de colegio, y cuando los recogí, saltaron sobre mí, me abrazaron y me dijeron: ‘¡Nos encanta!’”, recuerda Shakira. “Tuve el corazón en la garganta todo el día, esperando la peor noticia, y terminaron corriendo y saltando de alegría”. Es muy unida a Milan y Sasha, y los recoge y lleva casi todos los días. Y suele cambia los planes de viaje para poder darles las buenas noches.
Aun así, encontrar su propio lugar y su propio grupo de amigos en una nueva ciudad no ha sido tan sencillo para Shakira, teniendo en cuenta que es una de las celebridades más grandes del planeta. “Cuando los niños encuentran un buen ambiente en el colegio, es fácil. Por otro lado, los adultos también tenemos que encontrar amigos, pero no hay ningún colegio al que pueda ir a mi edad”, dice riendo. Finalmente logró hacerse amiga de algunas mamás de la escuela de los niños, entre ellas algunas barranquilleras también. Y cuando le alcanza el tiempo, intenta reunirse con otros artistas; podría llamar a Rauw Alejandro o a Ozuna e intentar convencerlos de ir a hacer esquí acuático con ella. Ahora practica muchos deportes acuáticos, a diferencia de Barcelona, donde solía jugar mucho al tenis.
Le pregunto si ya ha visto Challengers, la película de Luca Guadagnino, y frunce el ceño, negando con la cabeza: “No, no, ¿qué es?”. Le digo que está protagonizada por Zendaya y que tiene una banda sonora con Trent Reznor y Atticus Ross. En cuestión de segundos, busca el tráiler en su celular.
Lo mira en silencio durante un rato. “Es un tráiler muy bueno”, comenta finalmente. “Suelo pensar que son los peores. Me desaniman, usualmente no quiero ver la película después del tráiler. Digo: ‘OK, ya sé de qué va toda la película’. Pero este tráiler es muy bueno”. Mira a su representante, quien está sentado cerca. “Me dejó pensando que así es como tenemos que promocionar mi gira, igual que este tráiler. Es buen marketing”. Luego copia y pega el enlace al tráiler en un chat grupal que tiene para discutir los planes de la próxima gira.
Está muy emocionada por volver a los escenarios, sobre todo después de su exitoso concierto en Times Square, tras el lanzamiento de Las mujeres ya no lloran. Shakira admite que se asustó un poco porque los fans no empezaron a llenar el lugar hasta el último minuto. “Dios mío. Una hora antes del show, yo dije: ‘¡No hay nadie en la calle! ¡Esto va a ser el fin de mi carrera!’”, recuerda riendo. “Estaba en mi hotel preparándome para la presentación y no veía a nadie a través de la ventana. Solo había como diez personas. Fue como mi peor pesadilla, pensar que iba a salir y no iba a haber nadie en la calle para verme”.
Al final, acudieron 40 000 personas, y unas semanas más tarde sorprendió a sus fans en Coachella apareciendo para cantar con Bizarrap. Allí anunció por primera vez la gira, y desde entonces no ha parado de planificarla. (Tiene preparadas algunas sorpresas más: en un momento dado, le pregunto cuántos temas del disco se quedaron en la sala de edición. “Hay algunas canciones que tenemos por ahí”, dice sonriendo enigmáticamente. “Están guardadas. No es un nuevo disco, pero digamos que tengo un nuevo proyecto”).
Su próxima gira es la culminación de su carrera hasta la fecha, lo cual es mucho decir para alguien que ha pasado casi tres décadas enteras en el ojo público. Shakira comenzó en el mundo de la música con tan solo 13 años cuando firmó un contrato con Sony Music Colombia. Nacida en Barranquilla, de padre libanés y madre colombiana, toda su vida ha sido una artista nata, ya que de niña practicaba la danza del vientre y el canto. Sin embargo, sus dos primeros álbumes, Magia y Peligro, fracasaron y vendieron menos de mil copias cada uno. Por un tiempo, se dedicó a la actuación, protagonizando la telenovela de los noventa El Oasis, que la hizo famosa en Colombia.
Mientras actuaba, seguía escribiendo música, y finalmente se abrió paso en el mercado de habla hispana en 1995, con Pies descalzos, un disco de rock que la presentó como una precoz chica terrenal, de pelo negro y con un don para la poesía confesional. Cuando le digo que el álbum —mi favorito y el primero suyo que tuve— cumple 30 años el año que viene, me mira incrédula. “¿Cumple 30 años?”, pregunta sorprendida. “¿Qué? ¿El año que viene?”. Toma su celular para comprobarlo antes de que su mánager le confirme que es cierto.
En 1998, Dónde están los ladrones la hizo famosa en toda América Latina. Producido por el titán de la industria Emilio Estefan, se convirtió en disco de platino en varios países y ayudó a Shakira a empezar a girar por Estados Unidos y Latinoamérica. Nadie sonaba como ella en aquel momento. Además de su enfoque narrativo y vulnerable como letrista, su tono vocal también era totalmente único: un estilo grueso y poderoso lleno de quiebres y gritos que podía aproximarse a la profundidad de Mercedes Sosa y al tono de Alanis Morissette, al tiempo que aportaba un timbre y una elasticidad únicos. Hizo que el estrellato pareciera fácil, pero cuando mira hacia atrás, reconoce que fue increíblemente duro, un paisaje totalmente diferente que le exigió mover las placas tectónicas de la industria musical cuando apenas tenía veinte años.
“Dependía de mí, en ese momento, ir de radio en radio, de emisora en emisora, y convencer y persuadir a los guardianes, los tipos que controlaban la industria musical”, explica. “Ellos eran los que decían: ‘Sí, tú’. ‘Tu música sonará en mi emisora’. ‘Tú no’. Fue duro y difícil. Se cerraban varias puertas, se abrían pocas después de aporrearlas e insistir. Fue un trabajo arduo y muy duro”.
Y como si no fuera suficiente reto, Shakira puso entonces sus ojos en el mercado anglosajón. Hoy en día, la idea del crossover parece anticuada; artistas como Bad Bunny o Karol G han demostrado el enorme atractivo mundial de la música en español. Pero Shakira señala lo diferente que era la industria entonces, y también dice que quería dominar el inglés. (Mientras estaba de gira por Latinoamérica, aprendió portugués para poder tocar en Brasil; también habla francés e italiano). “Quería escribir en inglés, pensar en inglés, sentir en inglés, porque sentía que era una forma de ampliar mis horizontes”, expone. La primera vez que escribió una canción en inglés, se armó de un diccionario de sinónimos y un libro de Leonard Cohen. “Esta chica colombiana que acababa de empezar a cantar aparece de repente en la escena [en Estados Unidos], y fue un momento emocionante. Fue muy extraño, y ahí fue donde vi que era capaz de hacerlo”.
Aun así, abrir ese camino fue complejo. Estefan recuerda mucha preocupación sobre cuál sería el primer sencillo de Shakira antes de Laundry Service, su primer álbum en inglés, de 2001. Según recuerda, se inclinaban por una versión traducida de su canción de 1998 ‘Inevitable’, que Shakira interpretó en The Rosie O’Donnell Show, en su primera presentación en inglés. ‘Whenever, Wherever’ no formaba parte del plan todavía hasta que la probaron con algunas emisoras de radio. “Ella quería un sencillo diferente, pero se lo presentamos a las emisoras. Le dije: ‘Shaki, este es el que quieren’, y ella dijo: ‘Entonces vamos a sacarlo’”, recuerda Estefan.
Chris Martin dice que ‘Whenever, Wherever’ fue su introducción a la cantante, que acabaría convirtiéndose en amiga íntima. “Recuerdo la primera vez que oí hablar de ella, porque me pregunté quién podría tener una canción diciendo que sus pechos son pequeños y humildes’. Me dije: ‘La mente de esta persona es increíble’”.
Más tarde, vio cómo Shakira parecía estar a la vanguardia de los sonidos globales y las fusiones de géneros. “Ahora, con el streaming y con todo tan internacional, hay mucho menos tribalismo y fronteras en la música, y es maravilloso”, comenta Martin. “Pero si pienso en el 2000, no era así. Ella fue una de las primeras personas que empezó a cruzar las barreras invisibles que había entre los géneros musicales”. Señala su canción de 2005 ‘La tortura’. “Estaba escuchando ‘La tortura’, que tenía ese ritmo de reggaetón hace años”. (Shakira también señala que esa canción, una colaboración con Alejandro Sanz, fue uno de los primeros ejemplos de una gran colaboración en la música latina: “En aquel momento no había colaboraciones, y empezaron, me atrevo a decir, con ‘La tortura’”).
A pesar del éxito, Shakira tuvo que enfrentarse a una industria que a veces no sabía qué hacer con ella. A menudo la exotizaban o la reducían a estereotipos. “Recuerdo que fue muy frustrante”, cuenta. “Era muy, muy decepcionante cuando los titulares decían: ‘La segunda mayor exportación de Colombia’, refiriéndose constantemente al tráfico de drogas y no a la belleza de mi país o al talento de su gente. Pero poco a poco, con el tiempo, eso ha ido cambiando”.
También tuvo que lidiar con las inseguridades que conlleva ser una mujer joven bajo los reflectores. Shakira recuerda lo dura que era consigo misma en aquellos años. “No me gustaban mis fotos, no me gustaba mi cara, me maquillaba demasiado”, murmura. En cierto modo, piensa, parte de esa autocrítica podría ser una inclinación natural de los artistas, que se esfuerzan constantemente por conseguir más. Pero, aun así, ha encontrado mucha paz en sí misma, sobre todo últimamente: “Es un proceso. Empiezas como una cebolla y vas pelando capas hasta que estás contenta con el núcleo”.
Shakira tuvo a su primer hijo en 2013, antes de que el ser presentadora de The Voice la convirtiera en una figura familiar en las casas estadounidenses. Desde el principio sintió que estaba destinada a cuidar de la gente. “Siempre me he visto en ese papel”, explica. “Creo que muchas mujeres son madres antes de quedar embarazadas. Yo ya me sentía madre, y creo que lo demostré de muchas maneras, cuidando de la gente que me rodeaba, cuidando de mi familia. Siempre he sido como la matrona”.
En Barcelona, se centró en su relación y en criar a sus hijos. Al recapitular, de repente su vida se volvió más apagada, su carrera más tranquila. “En Barcelona siempre andaba en pantalones deportivos”, dice, mirándose los sedosos pantalones que lleva ahora. “Bueno, estos también lo son, pero son Amiri. En Barcelona, llevaba sudaderas de Gap, con el pelo recogido en un moño”.
Se ríe, pero habla de algo más profundo. “Me di cuenta de que esto suele pasar. Cuando terminas una relación de muchos años, hay cosas de ti que parecen haberse perdido en el camino”, reflexiona. “Hay cosas de ti que cambias por la otra persona o a las que renuncias. Cuando esa relación se rompe, sientes que te quedas sin nada y tienes que curarte, buscarte a ti mismo y viajar de vuelta a tu centro”.
Es un poco sorprenderte escuchar a una artista de la talla de Shakira nombrar ese sentimiento, el modo en que algunas relaciones pueden ser infinitamente enriquecedoras y reconfortantes, pero también implicar compromisos que hacen que las versiones más antiguas de uno mismo se sientan más lejanas, incluso si esa versión es una superestrella a la que todo el mundo conoce. A veces es difícil darse cuenta de cuánto de uno mismo se va desgastando hasta que sales a respirar. Y a eso añádele la maternidad; por muy transformadora y trascendente que pueda ser, también puede complicar más las cosas. Le digo que, basada en mi propia experiencia, es como una constante negociación y balance, y es agotador.
Me pregunto en voz alta si la artista sintió que estaba haciendo sacrificios en ese momento. “Cuando somos madres, nunca bajamos la guardia”, dice suavemente. “Podemos seguir trabajando, pero nuestro compromiso como madres es inquebrantable. A veces es difícil encontrar el equilibrio. ¿Cuánto tiempo te debes dedicar a ti misma, cuánto a tu trabajo, cuánto a los niños? Pero los niños siempre van primero y es lo que más nos consume”. Aun así, no es algo que cambiaría por nada, y es la clase de madre que está muy presente. Se llevó a Milan de gira cuando tenía apenas unos meses, y ahora ambos niños son sus acompañantes a eventos y entregas de premios. En los Grammy Latinos, fueron filmados entre el público, animando a su madre mientras interpretaba un popurrí que incluía la famosa ‘Bzrp Music Sessions, Vol. 53’.
Sus sentimientos sobre la maternidad tienen mucho que ver con todo este viaje que ha emprendido. “Nunca he tenido que depender tanto de mí misma como luchando por mi supervivencia y la de mis hijos”, expresa. Ellos pasaron por algunas lecciones que la artista ha querido destacar. “Han visto llorar a su madre; la han visto celebrar; la han visto reír; la han visto trabajar hasta el cansancio”, comenta. “Y es eso: quiero mostrarles que la vida no es lineal. No es como la gente se la imagina en las películas. Las cosas no salen como queremos y hay que enfrentarse a la decepción. Forma parte de la condición humana. Por eso estamos aquí”.
Y ahora, después de todo el tiempo que ha pasado buscando las partes perdidas de sí misma, le pregunto por sus hallazgos.
“Perspectiva”, murmura lentamente. “La capacidad de diferenciar lo que es importante de lo que no tanto. He descubierto…”, se interrumpe y se echa a reír: “¡Mi acento! Mi acento caribeño ha vuelto ahora que no estoy en España”. Su acento era más neutro cuando vivía en Barcelona, donde también aprendió un poco de catalán. Ahora, en Miami, ha vuelto a la melodía costeña de Barranquilla, donde creció. “Ahora me junto con barranquilleras del colegio de mi hijo y estoy rodeada de cubanos, puertorriqueños, dominicanos, colombianos. Sí, mi acento ha vuelto, gracias a Dios”.
Hay más: “Más swag. He recuperado mi estilo. Y vuelvo a sentirme sexi”.
Una semana después, Shakira vuelve a las oficinas de Sony para una reunión con su equipo creativo sobre los planes de la gira. Lleva una sudadera negra con capucha, el pelo rubio sobre los hombros y una vía intravenosa en el brazo. Después de una semana repleta de trabajo, se sentía como si se estuviera enfermando, por lo que está recibiendo una dosis de vitamina C.
Hace unos días asistió a su primera Met Gala; aunque ya la habían invitado años atrás, nunca pudo viajar desde Barcelona. Su primera aparición estuvo llena de encuentros con gente a la que había querido y admirado desde lejos. Estaba especialmente emocionada por conocer a Ed Sheeran cara a cara. “Hemos compuesto música juntos, hemos hecho cosas juntos, pero nunca habíamos podido terminarlas porque no nos habíamos visto”, comenta. “Cuando le vi, le abracé como si le conociera de toda la vida”.
Chris Hemsworth y su mujer, Elsa Pataky, también la saludaron y le hicieron saber que a sus hijos les encanta su música. El comentario la emocionó tanto que, en su visita a las oficinas de Sony, les firma una copia de Las mujeres ya no lloran prensada en vinilo transparente. Shakira coge un bolígrafo y lo deja sobre la portada durante un segundo, preguntándose en voz alta. “¿Los Hemsworths? ¿Los Hemsworth? Finalmente, se lo firma a “La familia Hemsworth”.
El álbum es uno de los más comerciales de Shakira y refleja las tendencias actuales de la música latina. Se inspira en la música mexicana en temas con el Grupo Frontera y Fuerza Regida; y ‘Puntería’, con Cardi B, encabezó las listas Latin Airplay de Billboard. La artista barranquillera adoró trabajar con Cardi: “Me encanta lo que hizo en la canción, es mi parte favorita. Me encanta su sentido del humor, su ingenio y su creatividad. Para mí, es una mujer que no pide permiso”. Y la colaboración con Bizarrap es algo que Shakira atribuye a sus hijos, ya que fue su idea que ella trabajara con el productor. De hecho, se mantiene al día de lo que está de moda gracias a ellos. A Milan le gustan raperos como Central Cee, mientras que a Sasha le encanta Camilo y hace poco interpretó una de sus canciones en un concurso de talentos del colegio.
Pero no a todos los fans les gustaron los giros pop del álbum, pues querían más de la energía rockera pura y dura de Pies descalzos o Dónde están los ladrones. Cuando le pregunto qué piensa de la gente que quería una Shakira diferente, la artista señala la diversidad musical del disco. “Una de las cosas que más me gusta del álbum es que evoca otras etapas de mi viaje musical, como la chica del pelo oscuro, los pantalones de cuero y los pies descalzos. Hay canciones como ‘Cómo, dónde y cuándo’, que están muy cerca de mi esencia y de quién he sido siempre musicalmente, pero muestra claramente una evolución en mi forma de sentir”. También destaca algunas otras: “‘Tiempo sin verte’, ‘Última’, o ‘Acróstico’ son canciones de cantautor, algunas hechas únicamente con piano y voz”.
Además de permitirle subir en las listas de éxitos, un enfoque pop tan contundente le daba mucho margen para experimentar. “Me dio mucha flexibilidad para ir en la dirección que quisiera. Puedo hacer afrobeats, reggaetón, ska o EDM. Hay algo en la pureza de una guitarra eléctrica, un bajo eléctrico y una batería que me devuelve al tipo de música de la que siempre he sido gran fan, esas bandas de rock que me hicieron enamorarme de la música”.
Durante la reunión sobre la gira, Shakira lee varias cosas que ha reunido para inspirarse: escribió un largo texto sobre el poder de la loba. También repasa algunas estadísticas sobre el poder económico de las mujeres y, en concreto, de las contribuciones de las latinas. El objetivo del show, me cuenta, es empoderar a las personas, recordarles que, a pesar de las pruebas que tengan que enfrentar, pueden salir del otro lado.
No deja de pensar en diferentes escenografías y formas de acercarse al público durante el espectáculo, como una forma de profundizar en la conexión que ha sentido con ellos desde el principio de este proyecto. “Mis fans han dialogado conmigo: yo he hablado y ellos han escuchado, y ellos hablan y yo escucho y aprendo de sus experiencias. Porque como yo, hay un millón de lobas en el mundo, preparándose para ir a la batalla y encontrar su camino”.
Hay otra inspiración a la que ha recurrido para la gira; su representante nos muestra un video de Issa Rae recibiendo el premio a la Emprendedora emergente de la Women in Film Annual Gala de 2019. En el discurso, Rae explica que está canalizando a algunos de sus raperos favoritos y tirando la humildad por la ventana. Su voz llena la oficina mientras todos la escuchamos: “Voy a cerrar todas las puertas detrás de mí, así que, si no lograste entrar, qué mal. Entiéndelo. Ser empresario significa ‘hice esa mierda yo solo’”. Shakira empieza a aullar de risa y recita a la par la frase final de Rae: “En conclusión, emprendedora hasta que me muera. Me lo merezco, ¡adiós!”.
El mensaje es gracioso, pero parece resonar bastante en Shakira porque hoy en día es ferozmente independiente. Esa independencia se extiende claramente a su vida sentimental; aunque en el último año se le ha visto con el piloto de la F1 Lewis Hamilton, el jugador de baloncesto Jimmy Butler y el actor Lucien Laviscount, ahora mismo salir con alguien le parece un concepto extraño. “No estoy pensando en eso… ¿Qué espacio tendría para un hombre en este momento?”, bromea. Le pregunto si cree que eso cambiará más adelante. “Qué quieres que te diga, me gustan los hombres”, confiesa riendo. “Ese es el problema. Con todo lo que me ha pasado, no deberían gustarme, pero imagínate lo mucho que me gustan que no dejo de encontrarles el gusto. Pero para tener una relación formal, creo que mis hijos tendrían que estar muy preparados; su bienestar emocional y psicológico es la prioridad”.
Hace una pausa antes de añadir con picardía: “Pero, bueno, no me niego a tener amigos”.
Lo único que quiere es seguirla pasando bien y ver adónde la lleva su carrera. Y lo que es más importante, sigue asimilando todas las lecciones que ha aprendido después de pasar por el infierno y volver. “Soy mucho menos frágil de lo que pensaba”, afirma. “Siempre me asustó mucho el dolor, porque pensaba que no sobreviviría”.
Ya no se siente así: “A través de este proceso, me he hecho más fuerte de lo que creía. Me convertí en una persona más independiente, que no depende de nadie más que de sí misma y de su manada de lobos”.
Créditos de Producción
Dirección de fotografía por EMMA REEVES. Estilismo de DENA GIANNINI en A CREATIVE PARTNER. Cabello de JHONATAN RENDON en LA ÚNICA AGENCIA usando DYSON. Maquillaje de JOANNE MARCHEVSKY en THE WALL GROUP. Sastrería de RUCHT D`OLEO-SCHWARTZ en THE FASHION INSTITUTE OF FLORIDA. Dirección de iluminación a cargo de ZACK HUGHES. Asistencia fotográfica de DAVID DOMNICK. Técnico digital: SIMON DALE. Asistencia de estilismo por ASHLEY WELLER y SOPHIE FAITH. Asistencia de producción: SILVANA AVIGNONI. Fotografiado en APERTURE STUDIOS.